De ellos aprendimos a amar al braco alemán.
Su carácter, su energía, su morfología, su trabajo... con tu primer kurzhaar llega esa chispa que no consigue apagarse con el paso de los años.
Por ello, todo se lo debemos a esos bracos alemanes que tiempo atrás pasaron por nuestra vida para quedarse, no sería justo dejarles fuera de la historia del afijo del Bosque Negro.
Desde aquí va nuestro pequeño homenaje compañeros!!!